Del baúl XIII

domingo, 8 de enero de 2012

 Magia

                  “¿Tú crees en la magia?”, podría preguntarme alguien algún día. Sus ojos quizás muestren incredulidad, paz, desdén, burla, amistad, curiosidad.

                  “¿Cómo podría no creer en algo que he visto?”, le respondería. Se reiría sin duda. Y quizás no sería capaz yo de realmente explicarle a qué me refería cuando dije eso. Porque quizás tampoco lo entiendo.

                  ¿Qué es la magia para muchos? Fantasía, ilusión, ese imposible que se ve en las película, que une Romeos y Julietas, que salva héroes, que hace alzarse a los reinos, que hace vivo lo inexistente. Lo que vemos en las películas de Disney, lo que leemos en las letras de J.K Rowling. Esa ilusión de que lo imposible puede ser real.

                 Para mí es diferente. La magia es real. Y no, no veo unicornios voladores ni grandes guerreros élficos. Tampoco vivo en un mundo rosa ni todo es perfecto en cada rincón de mis pensamientos. Quizás es todo lo contrario y, justamente por eso, sé qué es lo real. Hay tantas formas de energía, de magia, de poder dentro de cada uno de nosotros, fluyendo eternamente, sin que apenas lo notemos.

                 Nuestra mayor fuente de magia son las palabras.

                 He visto la magia, porque escribo. ¿Alguna vez te has sentado simplemente a imaginar cómo sería un mundo distinto al tuyo? ¿Has deseado tener el poder de cambiar las cosas, de que de pronto algo suceda y rompa los esquemas de tu rutina? ¿Te has descubierto simplemente soñando con lo diferente? Soñamos con lo imposible. ¿Acaso no ves la magia fluyendo por tus ojos cuando te sumerges en ese mundo mago solo tuyo?

                Siento la magia derramarse por mis letras cada vez que la plasmo en una hoja en blanco. Va tomando forma, color, textura, aroma. Va creándose lentamente, invadiendo con su fuerza y su energía cada fibra de mi ser. ¿Nunca te has enamorado? ¿Nunca has sentido tu corazón latir con fuerza y tus pensamientos brillar con más fuerza? ¿Nunca has sentido que tus pasos cobran sentido?

                Siento la magia cada vez que cierro los ojos y siento las espadas chocar en un campo de batalla, la caricia de los amantes en la oscuridad, los ojos chispeantes y azules del héroe que sacrifica su vida por la justicia, la sonrisa torpe de un niño pequeño jugando en el pasto. Prueba soñando. No importa cuál sea el material de tus sueños, cuán brillante, cuán oscuro. Deja que tu sonrisa derrame magia y que tu dolor llore ilusión cada vez.

                Siento la magia cada vez que recibo un mensaje de una persona querida u oigo el saludo de alguien que aprecio. No importa si mi corazón está helado o mi sonrisa parece extenderse como una mueca extraña e incómoda, a través de mis ojos realmente siento la alegría de ese calor extendiéndose por mi interior. ¿Acaso una sonrisa, una mirada, una emoción no son la magia de nuestra especie? ¿Acaso no son lo más puro e intenso que tenemos para regalar?

                Siento la magia cada vez que la música inunda mis oídos y me siento desplazar a lugares inexistentes, cuando las voces de rostros que jamás he visto enlazan melodías alrededor de mis pensamientos. Siento el fuego en mis venas ante la seducción de esa guitarra, la tristeza en mis manos ante el violín danzante, la valentía ante la batería a toda potencia, la solemnidad del camino solitario de un héroe.

                Siento la magia cada vez que mis pasos solitarios y libres caminan por las mismas calles que recorrieron en compañía. El aire es nuevo. La brisa es diferente. Las hojas entorpeciendo mi paso adquieren la textura de la fantasía. Los rostros ocultan historias que hacen vibrar mi alma. Los secretos parecen revelarse en el sol iluminando mi rostro. El dinamismo de un chico que corre al alcanzar el bus y cuya agitación parece arrastrar la fuerza de todo un mundo.

                Siento la magia en la vida. La vida es dura, cruel, amarga, pero también mágica. Nuestros ojos están tan acostumbrados a la oscuridad, a la crudeza, a la decepción que somos incapaces de reconocer la luz. Y no, la magia de esta vida no está en la ciudad, no está en los ojos de otros, no está en las películas. Está dentro de cada uno de nosotros, derramándose en palabras, miradas, expresiones, sueños. Especialmente en sueños.

                Siento la magia cada vez que escribo, pese a que la mía es una magia torpe y nueva. Salta con timidez y muchas veces se oculta debajo de mis letras, demasiado atemorizada para atreverse a salir. Intenta volar, pero sus alas son inexpertas y termina dando botes en el suelo, con una sonrisa boba en su rostro. Ríe con dificultad y llora sin que nadie la vea. Fluye a través de mis venas con lentitud, como si supiera que apresurarse es demasiado riesgoso.

                Pero siempre está allí y, aunque a veces su silencio helado e inseguro, me hace dudar, siempre reaparece, agitando sus manos, saludándome con las mejillas encendidas de temor y emoción. Cada vez que escribo, danza a través de mis palabras, hundiéndose en los mundos que voy creando, mundos tan torpes y extraños como ella.

                “¿Te gusta escribir?”

                “No puedo vivir sin hacerlo”

                Porque la magia es lo único que da sentido a mi vida. Mis sueños son mi realidad. ¿No lo entiendes? No importa. Quizás lo hagas alguna vez, como yo también alguna vez entender tu propio mundo. Cada uno tiene el suyo, quizás más o menos parecido a aquellos que llamamos vida real; y no hay más mérito en uno ni otro. Dejemos de pensar en mejores o peores. Somos diferentes. Nuestros sueños son distintos.

                Y nuestra magia nunca será igual. Pero lo importante es que la sintamos. Porque está allí. Contigo. Conmigo.

                Es solo cuestión de sentir.

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