Principito

viernes, 17 de agosto de 2012

"Volveré", prometió él con una sonrisa orgullosa. Su máscara continuaba en su lugar y aunque creía ver una lágrima en su rostro, mis ojos solo podían fijarse en sus ojos firmes, en sus palabras absolutas y en su adiós relativo.

"¿De verdad?", pregunté. Él no quería ver mis lágrimas.

Él asintió con la cabeza y acercó una mano dura y confiada a mi mejilla. Volvió a sonreír con esa dignidad rota y esa ironía de misántropo enamorado. ¿Por qué no lo amé antes?

"Seré digno de ti. Volveré". Era más un desafío que una promesa. Era la respuesta a un reto más que un murmullo de amor. Pero yo así lo recibía y lo cobijaba en mi memoria en cada minuto. Era digno de mi dolor, de mi cariño, de mi respeto. Ya era digno. Ya podía verme a los ojos. Era mi pájaro burlón, pero él no lo sabía.

Y sigo esperando.

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