Camino

jueves, 20 de septiembre de 2012

Hace frío. Con cada paso que das pareciera que la temperatura baja un poco más, que el camino se hace más duro y difícil y que ya tus propias habilidades no son suficiente para vencer el viento y el mar. Te vas dando cuenta que tu corazón se encoge de angustia con cada metro avanzado, a la vez que salta con una alegría infantil y rebelde que conoces muy bien.

Miras a tu alrededor y derramas una lágrima de impotencia por ese mundo que tanto odias y tanto amas, por ese lugar yermo y fértil que quieres defender y cambiar. Permaneces aferrada a tu propia esperanza, porque es todo lo que puedes hacer. ¿Qué sentido hay en dejarse caer en la mitad de aquel camino? Tampoco puedes volverte una con las piedras y el frío, porque tu corazón, aunque gélido, también está coronado por un volcán que se niega a dejar de bramar fuego.

«Nadie dijo que sería fácil». Las cosas parecen muy simples, pero no lo son en realidad. Te das cuenta que mientras estés allí, en ese camino, acompañada por los tuyos, te conviertes en una carga que parece hacerse más pesada. Y nadie va a ayudarte con eso. Sientes que, poco a poco, un resentimiento sordo, una indignación de universitaria, una incomprensión humana se apodera de ti cuando las vendas van cayendo de tus ojos.

La realidad es negra. Puedes elegir dos cosas: oscurecer tus ropas y tus ojos a tal punto que te confundas con la oscuridad que te rodea. Serás una con ella, con las piedras y el frío, a gusto con tu propia penumbra e indiferente a ese abismo que devora a quienes pasan por el mismo camino. O... puedes sostener tu lámpara en alto y seguir caminando.

Sabes lo que harás. No puedes dejar de creer en esa pequeña lámpara que pende de tu mano. Quizás se apague en ocasiones, pero nunca deja de acompañar tu andar. Además, no estás sola ¿verdad? Tu alma se regocija con la esencia de un fantasma que te da más impulsos para continuar caminando.

Sueltas un suspiro y piensas en aquel fantasma, amando cada pensamiento, sonrisa y movimiento que sientes e imaginas, amando cada veta etérea de su ser y, tomando la lámpara en alto, sigues tu camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa Template by María Martínez © 2014