Anécdotas

domingo, 16 de septiembre de 2012

El ambiente estaba bastante frío, pero a ninguna de las personas de aquel bar parecía importarle demasiado. Todos charlaban y bebían con buen ánimo y la música, bastante suave, parecía darle al lugar un estilo bohemio e íntimo que se diferenciaba mucho de las estruendosas discotecas de la cuadra.

―Te juro que cuando vi ese gol, grité como un condenado ―comentó un individuo, sentando en la barra con un colega―. Me salió del alma. Me paré y grité. Bueno, eso antes de que nos pasaran los otros tres...

―Fue horrible. La defensa de mierda que tenemos ―respondió su compañera mientras bebía un sorbo de cerveza―. Hey, ¿viste a la chica de la mesa de allá?

―¿Qué chica? ¿La que está junto a la puerta?

―No, la que está más acá. Al lado de esa cosa... la estatua... Ha estado todo el rato ahí, sola. ¿Estará esperando a alguien?

―¿Qué? ¿Te gusta? ―Se rió de buena gana, sin malas intenciones―. No está mal, pero no me tinca mucho, viejo.

―No dije que me gustara, solo dije...

―¡Sale! ¡Tú nunca te fijas si no es por eso!

Su compañero continuó riéndose ante sus protestas indignadas. Ambos pidieron otra ronda y se olvidaron del tema luego de unos cuantos minutos de charla. La chica en la esquina del bar levantó la vista y sonrió, para luego desaparecer tranquilamente del lugar sin dejar atrás más que la propina y una servilleta doblada en la que decía: "Volveré por ti".

Pero nadie lo notaría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa Template by María Martínez © 2014