Literautas #1: ¿Cómo dice usted?

sábado, 20 de octubre de 2012



Nota de la autora: Comenzaré a realizar una serie de ejercicios que encontré en la página Literautas y que me han parecido muy simpáticos. Este se titula "El calcetín rojo" y la misión es crear un relato de al menos 300 palabras con un personaje buscando un calcetín rojo por algún motivo. ¡Espero les guste!

 ***

¿Cómo dice usted?

Se pasó una hora buscando el jodido calcetín rojo y llegó a idear siete formas distintas de usarlo para asesinar a su víctima. Tal vez cuando lo descubriera, podría usar alguna de esos creativos métodos para enviarlo al otro mundo, aunque sabía que no iba a hacerlo. Su estricto código homicida le impedía hacerlo, aunque para cómo iban las cosas con la crisis y lo avispado que eran sus nuevas presas, tendría que ir modernizando ese código.

«¿Qué le costaba pedirme algo fácil?», se preguntó el asesino, rebuscando en la casa del infeliz que había decidido matar, completamente en vano. Ninguno se la había jugado de esa manera antes: pedían un anillo de su ex esposa, la fotografía de sus hijos, la compañía de su perro… ¡Pero no! ¡Aquel imbécil tenía que elegir un maldito calcetín rojo!

―¿Todavía no lo encuentra? ―preguntó el futuro fiambre desde la sala de estar. ¿Era burla lo que distinguía en su tono de voz? Estaba seguro de que eran ideas suyas. Sí. Eso debía ser. Ideas suyas… ―Estaba seguro de que estaba en la cesta del lavado, pero parece que me he equivocado.

«Uno, dos, tres, cuatro…» Contar hasta diez lo ayudaría a pensar con tranquilidad. No tenía que apresurarse, tenía todo el tiempo del mundo: el maldito calcetín tenía que estar en algún lado. En ocasiones como esas, el asesino se lamentaba que sufriera un trastorno obsesivo-compulsivo además de haber nacido psicópata. Los psicópatas comunes y silvestres no se tomaban todas esas molestias, estaba seguro. 

―Si descubro que ese calcetín no está aquí… ―amenazó en voz alta luego de que hubo revisado por cuarta vez el armario del tarado. 

―Oh, no, descuide, ese calcetín está. Solo debe buscar bien. 

Cuando finalmente lo encontró cuarenta y cinco minutos más tarde, soltó un grito de furia que solo fue superado por la carcajada histérica de su víctima cuando cayó al suelo como un saco de papas  con el pantalón ensangrentado levantado levemente y enseñando en su pierna derecha inmóvil  un feo calcetín rojo desafiando la lógica del asesino.

«¿Qué clase de imbécil usa calcetines de distinto color?»

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa Template by María Martínez © 2014