Susurro: ¿No te cansas de lo mismo?

viernes, 2 de noviembre de 2012

Date la vuelta lentamente. Mírame. No, no rehuyas la mirada. ¿Quién te has creído que eres? Ahora no sientes más que la opresión del silencio y pretendes rellenarla con tu propio ruido inútil que no acalla los gritos que quieres arrancar de tu garganta. Así son tus días: una lucha por la indiferencia, una lucha por la evasión.
Acércate. Mírame. ¿Quién eres? ¡Mírame! ¿Quién eres? Eres ese cuerpo inútil, imperfecto y despreciable que ahora siente punzadas de dolor por el cansancio, por los ojos gastados, por la pena oculta, por la vida hastiada. Una aspirina no va a solucionar las cosas siempre, ¿sabes? En ocasiones, simplemente tendrás que enfrentarte al dolor puro sin más fuerza ni más remedio que tu propia voluntad.
Oh, pero ¿acaso tienes voluntad? ¿O no eres más que un pez arrastrado por la marea? ¿Un pájaro que sabe que el resto puede volar, pero que nunca ha sentido el viento sobre su figura? ¿Cuál es tu propósito? No, esta vez no es a mí a quien debes mirar. No tengo la respuesta, porque también me creaste imperfecta, inútil y despreciable. Me creaste como eres, porque eres incapaz de imaginarte que eres más. Porque no lo eres. 
Esto no tiene sentido. Me estás usando como un escape para tus dudas y para tu propia humillación. Soy un títere en tus manos, un títere enfadado y decepcionado que te enfrenta, porque esas fueron tus órdenes. Solo soy lo que tú me has dado. Me usas para forzar tu inspiración, pero la verdad es que simplemente ocupas el espacio del mundo con vaguedades que en nada sirven. ¿Acaso a alguien le interesan que esté lloviendo en tu cabeza? ¿Acaso a alguien le importa que en este momento solo quieras dormir? 
No debería, al menos. Porque el disco que se escucha cien veces, deja de tener la frescura y deja de causar el impacto y el interés de la primera vez. Tu dolor quizás fue importante la primera vez. Solo te estoy diciendo lo que ya sabes. Quieres verlo allí, concreto, en palabras afiladas, quieres hacerte sangrar, quieres que tu dolor crezca hasta límites insoportables, creyendo ―¡ingenua!― que así te obligarás a actuar.
Solo te acostumbras más y más. Solo te empequeñeces más que tu propio nombre. Porque el dolor no es lo que te hará actuar. Y, la verdad, sé que tanto tú como yo empezamos a dudar de que algún día eso ocurra. Pero sigue escribiendo: quizás entre amor, muerte, héroes, injusticias, alcohol, tabaco, valentías, guerras, imposibles y banalidades descubras algo interesante. Quizás aprendas de alguno de tus personajes. ¡Quién sabe! Amas. Pero, ¿acaso mereces que alguien haga lo mismo por ti?
No respondas. No hace falta. Te rodeas de oscuridad, pero en realidad eres una luciérnaga aturdida, que no ha encontrado su camino de regreso al bosque o que, quizás, está atrapada en él, incapaz de encontrar una salida. Sigue intentando. Quizás un día de estos resulta que encuentras el camino. Lo verdaderamente triste es que no querrás cruzarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa Template by María Martínez © 2014